martes, 14 de junio de 2011

Diagonal

Tengo tantas cosas para contar. Mis vicios, cosas de mis amigas, cosas de la vida.
Pero como siempre y por falta de tiempo voy a contar una sola.
Cada vez, cada vez que bajo de la combi y camino por La Plata a eso de las siete de la mañana, veo tanta gente en la calle, que me doy asco.
Asco por lo que tengo, asco porque tengo comida, tengo casa, porque aunque a las siete de la mañana haga un frío que te raja el cuerpo al medio, se que tengo abrigo, aunque este completamente fría. Sé que cuando llegue a casa después de un día largo y tedioso, a pesar de todos mis males, voy a tener un plato caliente y el amor de mi familia y de los que quiero.
No puedo ver a esas personas tiradas en el suelo, tratando de vivir el día a día, todos los santos días que paso por esas cuadras. No puedo ver como toman mate...con agua fría a las diez de la mañana, cuando una mujer pasa con un vaso de café de Mac Donals en la mano y una bufanda que le tapa hasta la nariz.
Díganme lo que quieran, pero yo no lo puedo tolerar. Como tampoco tolero muchas otras cosas de la vida.
Y si puedo seguir dándole algo calentito al mediodía a este pobre hombre, lo voy a seguir haciendo. No me preguntes por qué. Solamente considero que las cosas cambian a partir de que uno empieza a creer.
Y si haciendo eso me siento así de bien, también lo voy a seguir haciéndolo, mientras la gente pasa haciéndose la indiferente, gente capitalista, individualista, gente que le importa tres huevos todo, salvo su vida.
No tengo vergüenza, te lo repito vergüenza tiene el que roba.
Si pensas que quiero vivir en el País de las Maravillas, no te equivocas. ¿Está mal?

Seras lo que debas ser, sino no seras nada.

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